"Somos lo que amamos". Frase anónima que, a mi juicio, nada tiene de cursi y sí mucho de profunda filosofía operativa. Es, por cierto, un parafraseo a San Agustín, quien dijo: "Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama." Lo que amamos no necesariamente será grandioso, heroico, bello, interesante, profundo, bueno, deseable, pero eso es lo que somos.
Entender que "somos lo que amamos" es un bastión de la inteligencia intrapersonal. Ahora habría que tener la valentía, sinceridad y buen juicio para descubrir qué es aquello que amamos de lo que queremos mucho, o simplemente queremos, apreciamos o nos cae bien, esto nos ayudaría para saber quiénes somos: qué nos es de esencia y qué simples caretas de las que podemos prescindir; fugas de energía, cadenas, piedras. Esto implica objetos materiales, emociones, personas, sueños. Tarea ardua, peligrosa. Pero, una vez logrado, tendremos la posibilidad de generarnos amores, nuevos auténticos amores, por aquello que nos potencia para ser más plenos. En las páginas siguientes, lector, descubrirá herramientas de autoconocimiento. Antes de iniciar la lectura véase al espejo y despídase: será la última vez que vea a ese extraño.
***Primeros dos párrafos de un libro de superación personal que escribo en una realidad paralela donde aún es 1989 y Salinas de Gortari no fue ungido como presidente. En ese espacio-tiempo firmo como la Dra. Minerva en Ámbar. En esta otra dimensión, la que, creo, compartimos, no lo escribo pues amo escribir otras cosas y porque no creo en fórmulas para "ser mejores" (y no estoy preparado ni soy ejemplo para hacerle al redentor), pero sí creo que "Somos lo que amamos".