La poesía es la palabra que funda un pueblo. Por ello surge en todas las culturas. La antigua creencia de que los poetas eran videntes y adivinos, hoy se afirma desde un pensamiento lingüístico literario, en palabras de Jacques Lacan: “la verdad tiene estructura de ficción”. El poeta sabe del futuro porque se abisma en sus orígenes. Los textos poéticos son las verdaderas escrituras de la fundación. Sin los poemas es imposible comprender las culturas, pues su influencia ética, estética y filosófica es trascendente. La poesía influye en la amistad, el placer, el erotismo, el amor a los dioses y al prójimo. Lo dice Shelley en Defensa de la poesía: “La Poesía es el más infalible heraldo, compañero y seguidor del despertar de un gran pueblo que se dispone a realizar un cambio en la opinión o en las instituciones. En tales periodos hay una acumulación del poder de comunicar y recibir intensas y desapasionadas concepciones respecto del hombre y la naturaleza”. Una poética de las pulsiones de la Vida y de la Muerte ha inspirado a enamorados y guerreros. Los narradores, escritores y lectores de poemas son el alma de las culturas.
En el ensayo “Poética de la Cultura”, de Rosario Herrera Guido