Rodolfo J.M. es un escritor mexicano que, por algunas razones que intuyo y otras que de plano sí desconozco, no ha publicado su primer libro de cuentos. Algunos (los pocos que deja ver) los he leído en Internet, otros ha tenido la generosidad de compartírmelos. Puedo asegurar que tiene material para un libro de lo mejor, pues en todos sus textos hay búsqueda, humor, tablas, intertextualidad y auténtica imaginación. Va una muestra:
ARACNOFÍLIAS
Rodolfo J. M.
- La araña gigante de la selva africana es tan grande que puede tragar de un solo bocado: tres elefantes, cinco hombres, dos caballos, tres perros, cuatro tortugas, un panal de abejas, seis monos, y un pato pequeño.
- Cuando las arañas peludas del desierto de Sonora se aparean no es para reproducirse. La hembra forma un enorme huevo gris con manchas rosas, pegajoso. Más tarde el huevo se rompe y entre las grietas asoman decenas de pequeñas y translucidas figuras humanas que la araña devorará sin dudarlo. Hay ocasiones en que una o dos de las figuritas humanas se salvan, corriendo, pero por lo general ninguna sobrevive.
- Las arañas psicotrópicas del Amazonas son usadas por los nativos en sus ceremonias del éxtasis. Ponen varias de ellas en amplios cestos de palma donde los chamanes meterán los brazos para ser mordidos. El resultado es una tremenda hinchazón, pero sobretodo intensas alucinaciones que alcanzan el delirio. Bajo ese trance, los chamanes trepan por árboles y paredes, se pegan al techo con los ojos en blanco, escupiendo y diciendo cosas incomprensibles. La gente que acude a verlos dice que es la lengua de los dioses, que después de escucharlos se sienten aliviados de sus penas. Los chamanes no quieren hablar sobre lo que ven durante sus alucinaciones. Si se les pregunta guardan silencio y bajan la mirada. Son hombres solitarios y tristes.
- Las arañas invisibles de los bosques de Toronto son las mejores tejedoras de las que se tiene noticia. Pequeñísimas, translucidas y veloces, al tejer no parten del centro ni avanzan en espiral, como el resto de las arañas, que además son capaces de hacer una red diariamente durante toda su vida; las arañas invisibles realizan caprichosos recorridos que resultan en complicados tapices semejantes a fractales y otras extravagantes figuras geométricas. La gente del bosque dice que también tejen retratos de personas que viven en otras partes del mundo y que nunca han estado cerca de Canadá, así como paisajes de lugares desconocidos. Desafortunadamente su seda es la más frágil de todas las que hay (basta un soplo de viento para destruir la maravilla), y sólo son capaces de tejer una tela durante su corta vida.
- Las arañas voladoras de los Cárpatos no tejen red para cazar, únicamente lo hacen para fabricar sus nidos. Sus alas les permiten ser los depredadores más implacables del mundo arácnido. Su tamaño es el del puño cerrado de un hombre de complexión regular, se alimentan de roedores, aves y mamíferos pequeños. Incluso se han encontrado cadáveres de becerros, y vaquillas a medio devorar, dentro de sus cuevas. Aunque no está comprobado que ataquen a seres humanos, la gente de los alrededores les teme y pone coronas de ajos en las puertas y ventanas de sus casas para mantenerlas al margen.
- Las arañas oníricas aparecen en todas partes del mundo y sin un patrón determinado que explique su presencia. Se sabe muy poco de ellas, a pesar de tratarse del único arácnido que vive en simbiosis con el hombre. Son de color rojo, con abdomen en forma de corazón y apenas tres milímetros de longitud. Suelen hacer sus nidos bajo las camas, justo a la altura de los genitales. Durante el día parecen sumidas en un profundo sopor mientras que por las noches; cuando su huésped se encuentra en el nivel más profundo del sueño despliegan una actividad desmesurada. Su presencia asegura sueños eróticos de profunda intensidad. Pero es necesario tener cuidado, por lo general quienes alojan una araña onírica empiezan a mostrar síntomas de debilidad a las dos semanas, los rasgos del rostro se afilan y las ojeras hacen aparición. Entonces los sueños dejan de ser agradables y dulces, se vuelven delirios que agotan la energía y pueden llevar a enfermedades más serias e incluso la muerte.
- La policía de Hong Kong descubrió en el 2003 una muy particular arena clandestina de peleas. Los contendientes no eran gallos o perros, mucho menos seres humanos, sino arañas. Gigantes negros de 40 centímetros de altura. Durante la redada fueron capturados apostadores, guardias y dos mujeres mudas que administraban el local. Fueron decomisados 2 millones de dólares, también armas y droga. En una de las habitaciones hallaron 7 huevos, cada uno de 25 centímetros de diámetro, así como 8 jaulas con especimenes maduros de araña en su interior. Los policías, llevados por un temor irracional, destrozaron a balazos todas las arañas enjauladas y la mayoría de los huevos, los que se salvaron fueron llevados al laboratorio de la Universidad de Hong kong para su posterior análisis. Las arañas que se enfrentaban en el momento de la incursión policíaca lograron escapar gracias a la confusión.
- Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró convertido en una enorme cucaracha que pataleaba en la tela de una todavía más enorme viuda negra.
- –Yo no le recomendaría bajar en esa aldea señor –me dice el capitán de la tripulación que contratamos para que nos lleve al corazón del África–. Allí la gente adora a las arañas, ¿me entiende? Son sus dioses.
Un escalofrío parece recorrer a la tripulación, algunos se persignan. Nosotros, usando los binoculares, alcanzamos a distinguir selva adentro: oscuras construcciones, humo de hogueras, estructuras de huesos y troncos semejando telarañas. Al pasar frente a la aldea todos en el barco guardamos silencio. Podemos sentir miles de ojos ocultos que nos observan desde la orilla.
- Cuando Teseo llegó al centro del laberinto encontró las paredes llenas de telarañas. En los rincones pudo distinguir osamentas de hombres y animales, también, entre la oscuridad, escuchó una respiración agitada. Pensó que el minotauro le atacaría en cualquier instante. Fue Ariadna quien salió de las sombras, desnuda, toda sonrisas, extendiendo sus tres pares de brazos.