[...] si niegas el misterio, incluso cuando va disfrazado de muerte, entonces niegas la vida y caminarás como un fantasma a través de tus días, sin conocer jamás los secretos que se ocultan en los extremos. Las penas profundas, las alegrías más absolutas...
Tragó una honda bocanada del rancio aire de la jungla y con ella el aliento de un mundo que ya no era suyo [...] Su pecho se tensó con la llegada de las lágrimas, pero la sensación se fue calmando muy de prisa y Esteban comprendió que la dulzura del pasado estaba resumida en el olor mágico de los mangos, que nueve días mágicos -un número mágico, el número que precisa el alma para descansar-, se interponían entre él y las lágrimas.
[...] Era una emoción de color plateado, pura e impecable, y Esteban se embriagó con ella, sintiendo que se mareaba, como si flotase; era igual que el trueno y el fuego fusionados en un solo elemento, hirviendo dentro de él, y se sintió abrumado por la necesidad de expresarlo, de moldearlo en una forma que reflejara su poder y su pureza. Pero no era cantante, ni poeta [...]
-En El cazador de jaguares de Lucius Shepard.
A menudo, la única diferencia entre las criaturas dulces y fantásticas como los unicornios y los montruos, es su dieta. Hombres lobo y vampiros son montruos por lo que comen.