Lo siniestro es la condición y el límite de lo bello. La inmediatez y patencia de lo siniestro destruye todo efecto estético. Pero la pura y simple represión de ese fondo oscuro hace a su vez imposible que el efecto estético se produzca. (…) Sin referencia indirecta a lo siniestro el objeto estético carece de fuerza y vitalidad. Pero la presentación pura y simple de lo siniestro rompe el posible efecto estético.
El misterio debe de mantenerse como tal; lo sagrado debe de estar siempre en algún sentido “separado”. Lo sagrado es lo segregado; lo que no puede ser mancillado ni violado. Cuando ese efecto de violación se produce (…), sobreviene lo siniestro: aquello que debía de permanecer oculto, se ha manifestado.
Lo aciago, lo torcido, lo siniestro es aquello que se produce en razón de haber dado obscena presentación a lo que requiere (…) mediación simbólica. Lo siniestro constituye una impía invasión (…) a lo que debe de estar siempre escindido, y que sólo a través de mediaciones (fronterizas, hermenéuticas, simbólicas) puede (…) darse a la experiencia [humana].
(…)
En este sentido, el arte es (…) un velo (…) que deja entrever el misterio (…), pero que a la vez lo preserva.
-En Ciudad sobre ciudad, de Eugenio Trías.