HAY LOS NIÑOS Y LOS NIÑECOS
Juan Carlos Santos
Son diferentes desde el momento donde les notas los dientes, por esa sonrisilla cargada de malicia ingenua. Porque los ojos brillan aún cuando el único destello viene de las estrellas.
Los niños viven y crecen para dejar de ser niños.
Los niñecos nunca crecen ni maduran, se quedan atrapados tras las murallas de la pubertad y su mentecita se deforma cuando los juegos pierden el sentido. Entonces buscan satisfacer su necesidad de travesuras con cosas más contundentes. Con todo lo que les excite y proporcione diversión a costa de quién sea. Y se tornan mórbidos y perversos, dejando al lado toda forma de cariño que efímeramente pudieran manifestar en un principio.
Los niñecos conducen sus juegos a nuestras espaldas y a veces sobre ellas.
Cuando los niños mueren van al cielo
Cuando los niños no bautizados mueren van al limbo.
Los niñecos sólo mueren, si son descubiertos…
Y van a la Región bajo la cama.
…hasta que alguien los traiga de vuelta.