Era una fría mañana de noviembre y la lluvia hacía más triste el paisaje de Gales. El ex boxeador Lupe Pintor llevaba más de 20 años cargando una culpa sobre sus hombros y ese día estaba ante la posibilidad de conjurar el pasado trágico. La familia de Johnny Owen, quien murió como consecuencia de los golpes dados por el mexicano, lo había invitado a develar una estatua de bronce en honor del malogrado peleador.
Al descubrir el monumento la escena fue sobrecogedora: Pintor revivió las imágenes de aquel 19 de septiembre de 1980 –cuando abatió a Owen sobre el cuadrilátero– y rompió en llanto. Dick (padre de Johnny) abrazó por la espalda al ex campeón mundial mientras le sujetaba las manos para reconfortarlo.